Por José Romero
5. Definición de filosofía.
5.2 Mayo del 68. Autocrítica.
En el estallido revolucionario de mayo del 68 en Francia, la movilización obrera y estudiantil desbordó tanto a las organizaciones obreras (PCF y CGT), que frenaron la revuelta, como a muchos intelectuales progresistas, que, aunque en su mayoría apoyaron el movimiento, fueron incapaces de guiarlo intelectualmente, lo que dejó su papel en entredicho.
Así, tras la revuelta, Althusser fue presionado por varios de sus discípulos para que abandonase el PCF, debido a su "traición" en la revolución de mayo. Sin embargo, Althusser decide continuar en el partido, a pesar de sus grandes diferencias teóricas con el mismo. Ello le vale la crítica de algunos de dichos discípulos maoístas, tales como Jacques Rancière, Alain Badiou, François Balmès, etc., quienes, al calor de la iniciativa revolucionaria de obreros y estudiantes en el mayo del 68, adoptaron una posición cercana al anarquismo, según la cual las masas son capaces de emanciparse a sí mismas generando su propia conciencia revolucionaria en la experiencia de la lucha. Para ellos, toda vanguardia intelectual tiene, por su posición social objetiva, una mentalidad pequeño-burguesa, por lo que toda teoría revolucionaria elaborada por intelectuales tiende necesariamente (de forma consciente o inconsciente) a someter a las masas al orden burgués. Por ello, los maoístas pensaban que la revolución social consistía únicamente en la destrucción del Aparato Represivo del Estado, sin necesidad de una teoría científica.
Pese a todo ello, después de mayo del 68, Althusser siguió creyendo en la necesidad de una vanguardia política (los partidos comunistas) e ideológica (los intelectuales revolucionarios), pero reconoció que en sus primeras obras había ido demasiado lejos en la afirmación de la autonomía de la teoría respecto a la ideología espontánea de las masas, y que era necesario tener en cuenta que ni los partidos comunistas ni los intelectuales son inmunes a la influencia de la ideología burguesa, y que por tanto también ellos están inmersos en la lucha de clases que estudian. Por ello, autocriticó sus anteriores concepciones de la filosofía calificándolas de "teoricistas", es decir, que daban primacía a la teoría (filosófica) sobre la práctica (tanto científica como de la lucha de clases), para considerar que la filosofía es ella misma, el terreno teórico de la lucha de clases, dando primacía a la práctica (científica y política) sobre la teoría. A partir de ahí, Althusser defendió que la filosofía es, en última instancia, la lucha de clases en la teoría.
Se trata de un ejemplo de la desviación teoricista (racionalista–especulativa) que denuncié en mi breve autocrítica del Prefacio a la edición italiana de Para leer El capital (1967), reproducida en la edición inglesa. Muy esquemáticamente, este error consiste en creer que la filosofía es una ciencia y que, como toda ciencia, tiene: 1) un objeto.; 2) un comienzo (la “ruptura epistemológica” en el momento en que surgió en el universo cultural precientífico, ideológico) y 3) una historia (comparable a la historia de una ciencia). Este error teoricista encontró su expresión más nítida y más pura en mi fórmula: la Filosofía es “Teoría de la práctica teórica”. Después comencé a “rectificar” las cosas. En un curso de filosofía para científicos, de 1967, luego en Lenin y la filosofía, en febrero de 1968, adelanté otras proposiciones: 1) la filosofía no es (una) ciencia; 2) no tiene objeto, en el sentido que una ciencia tiene un objeto; 3) la filosofía no tiene historia (en el sentido que una ciencia tiene una historia); 4) la filosofía es la política en la teoría. Digo ahora, con más precisión: la filosofía es, en última instancia, lucha de clases en la teoría.
(Respuesta a John Lewis, 1973)